Había un mudo
en Motril que era carretero y se dedicaba a construir carros, además era un
buen ciclista, con la bicicleta hacía lo que quería; pero era presumido. Un
domingo por la tarde con su traje blanco y su bicicleta, cuando más gente
había, en el Puerto existían unos trampalanes que hoy no están; cogía la bicicleta y montaba
a mucha velocidad, al llegar a diez centímetros del final frenaba y quedaba
parada la gente, aplaudiendo. El se ponía orgulloso, cuando se cansó puso la
bicicleta a un lado y tres o cuatro amigos le quitaron los tacos de los frenos
y le dicen que ellos no lo han visto hacerlo; el mudo, muy animado cogió la
bicicleta montó y hecho a correr, al frenar no pudo y catapún, de cabeza al agua con su traje blanco.
Si el muro se entera quién fue, lo mata, cosas de motrileños.
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