Tampoco se puede olvidar ir a la playa por las
mañanas y poder ver aquellos pescadores curtidos por el Sol y las brisas marineras; en sus
rostros reflejaban el cansancio y la mala vida que tenía siempre lo mismo.
Preparaban sus redes y al agua, con la esperanza de Dios, unas veces tenían
suerte y otras no; pero ellos volvían día tras día con más o menos suerte,
siempre con lo
suyo que era pescar.
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