En Motril siempre hubo poco acuerdo entre labradores del campo o labradores de secano, cuando llovía los del campo se conformaban, lo secaneros decían que llovía poco y así siempre estaban discutiendo; pero una vez llovió más de la cuenta y salieron las ramblas y por desgracia un secamero se ahogó, estaba en la rambla de Las Brujas con el vientre hinchado y pasó un motrileño que era labrador del campo y le tocó el vientre, y le dice: "Por fin he visto un secanero harto de agua".
Había una tienda de comestibles cerca del mercado que se llamaba Romualdo y tenía en la puerta de la calle una bacalá colgada de muestra, llegó un gracioso con el siete de bastos y se llevó la bacalá y en su lugar puso el siete de bastos; en ese momento salió el dueño y le dice:
-¿Qué haces ladrón?
y le dice:
- Nada como el siete quita la muestra, eso es lo que hago.
Manuel Palomares
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