Cómo recuerdo las
diabluras que hacíamos los niños de aquellos tiempos, llegamos a la botica y
decíamos: Dice mi madre que me des 200 gramos de ranuras de cuernos del boticario…
y a correr.
Otras veces le untábamos
mierda a los picaportes de las casas grandes y esperábamos a que alguien
tocara… y a correr; otra vez y cosas como esas muchas.
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